El tiempo vital (por Exupéry, R.·.L.·. Andamana Nº 3)

Actuar con la responsabilidad que nos exigimos aquellos que compartimos los valores masónicos requiere tener la consciencia de la propia existencia en su totalidad, para poder concebir nuestra obra desde una visión completa. La representación temporal de nuestra existencia es el tiempo vital.

Si compartir la felicidad da sentido a nuestro fin, el tiempo para alcanzarla es nuestro medio. El tiempo vital es la oportunidad de cada uno para lograrlo.

El tiempo vitalMás allá de méritos o reconocimientos ligados al significado profano de éxito, para que nuestro tiempo vital podamos alcanzar todo nuestra plenitud, necesitamos reflexionar acerca de nuestra utilidad, acerca del valor que vamos a aportar. Este concepto s6lo puede ser descubierto con solidaridad y empatía. En otras palabras, hablamos de nuestra huella, de la diferencia entre que hayamos pasado por el camino frente a no haberlo hecho hecho, o el valor diferencial de haber sido nosotros los que lo hemos hecho en lugar de otros.

Estamos hablando de la fuerza, de la energía con la que dejamos nuestra marca para un buen fin. La fuerza, especialmente destacable en el Compañero, permite imprimir nuestros valores en nuestras acciones con firmeza, y permite que la utilidad de nuestros actos lleguen mas allá de nuestro tiempo vital, asimilando las enseñanzas que otros compartieron en su tiempo vital, y facilitando la continuidad de nuestro mensaje en otros nuevos. Es ese el verdadero significado de eternidad.

La visión consciente de nuestro tiempo vital es un ejercicio de responsabilidad, y la responsabilidad nos lleva a la defensa de la igualdad, cada día, y de manera agregada a lo largo de nuestro camino.

Es nuestra oportunidad. Nuestro tiempo vital es uno, tendremos una oportunidad, y no otra, de disfrutarlo, y tendremos a la vez una y mil oportunidades de hacerlo mejor, con cada amanecer. Por eso, cada vez que vemos el sol en oriente, recordamos nuestro tiempo vital, relativizamos las mediocridades profanas que en el dfa a dfa queman nuestras pasiones, y asimilamos la visión de lo trascendente.

Alcanzamos así la libertad. Nos liberamos de los factores limitantes. Nos liberamos de la soga de los condicionantes profanos. Nos liberamos de nosotros mismos. Somos conscientes de nuestra libertad, y de la importancia de aprovecharla en nuestra oportunidad vital.

Comenzamos nuestra andadura devastando nuestra piedra bruta con el cincel y el mazo. Utilizamos el cincel en la constancia de nuestros actos, perfilando con esmero cada talla buscando la inalcanzable perfección. Lo hacemos con fuerza, con firmeza, como el mazo que golpea.

Continuamos nuestros actos con mesura con la ayuda la regla, manteniendo la rectitud que debe guiarnos en todos nuestros actos, a pesar de la dificultad en la que nos desenvolvemos y de lo desagradecida o traicionera que pueda resultar. Con la ayuda del concepto simbólico de la escuadra, consideramos siempre la igualdad que ha de reinar en todas las personas, manteniendo este precepto siempre presente y defendiéndolo día a día.

Es posible que nos demos cuenta que nuestro trabajo genere a veces una resistencia, y que no nos resulte facil alcanzar nuestros objetivos iniciales. Necesitamos apoyo, precisamos del poder de la razón pura para dominar las pasiones; contamos con la palanca. Un mecanismo que se apoya en un punto central o fulcro permite superar mas peso que de manera directa, incorporando a nuestra fuerza la inercia de la naturaleza; nuestra conciencia es nuestro fulcro interior, que nos permite superar cargas pesadas que sólo con nuestro esfuerzo no podríamos.

En nuestro camino vital consideramos el equilibrio vertical que nos confiere la plomada la plomada para conquistar la libertad y poder decidir sin la influencia de cuestiones mundanas. De manera complementaria, buscamos siempre el equilibrio, justicia y equidad, con la ayuda del nivel.

Durante nuestro tiempo vital, reflexionamos sobre su oportunidad, y nos esforzamos en mejorar nuestros trabajos con la perseverancia de nuestra fuerza. Ya el tiempo se encarga de madurar nuestros corazones, como la fecunda espiga de trigo que nos alimenta y es generosa con la humanidad.

18 de junio de 2016