Buscando el interior del hombre virtuoso (por Stephanus, R.·.L.·. Acacia Nº 4)

INTRODUCCIÓN

Con el paso de los tiempos hemos ido entendiendo, de una forma general, a la masonería como una institución filosófica y filantrópica, de raíz liberal, cuyo máximo objetivo es estimular la perfección moral e intelectual del ser humano, a través de la formación y basada en los principios de LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD.

Generalmente cuando hablamos de la virtud viene a nuestra mente un elenco plural de las mismas desde las llamadas cardinales (prudencia, justicia, fortaleza, templanza) hasta las conocidas como teologales (tales como la fe, esperanza, caridad) pasando por un sin número de otras más.

¿Son ellas las virtudes masónicas a las que nos llama nuestra institución? ¿Tenemos una clasificación de las mismas? ¿O más bien su explicación nos viene dada desde un principio motivador que nos une en la práctica del bien?

Este trazado nos puede ayudar a reflexionar sobre ello, siendo más bien el resultado de la coordinación y síntesis de otros muchos masones que sobre este tema han reflexionado.

DESARROLLO DEL ESTUDIO

2.1 Acepciones del término VIRTUD

Definiendo el significado Filosófico y el origen de la palabra VIRTUD vemos que “viene de la Lengua Latina «VIRTUS-UTEM», voz que se interpreta como la Actividad, la Capacidad o el Poder de todas las cosas y sus causas, para manifestarse a la vista o para producir determinados efectos; es la Actividad o la Eficacia que se demuestran en cualquiera acción tendiente a conservar o restablecer a la Salud; indica también, a los factores que proporcionan la Fuerza, el Valor y el Vigor propios del hombre potente y de Criterio Firme; es la Potestad, el Poder o la Facultad intelectual, para ejecutar a conciencia, las obras humanas; es asimismo, la Rectitud, la Integridad y la Probidad, que determina a la BONDAD DE VIDA; igualmente significa, la disposición, el Hábito y la Costumbre del individuo para llevar a cabo siempre, Buenas Acciones o ejecutar buenas obras; es la consumación de los actos, con estricta sujeción a los más sanos razonamientos, o bien tomando en cuenta el mejor proceder de la conciencia humana; es también el firme propósito del hombre para oponerse a los VICIOS o las Bajas pasiones.”

Podríamos decir que en general la virtud es un hábito operativo bueno. Hábito en cuanto que es una cualidad permanente que no se pierde con facilidad. Operativo en cuanto está ordenado a la práctica, a la acción pues conocemos al hombre virtuoso por sus obras no por sus cualificaciones más o menos teóricas. Y bueno porque la acción virtuosa siempre está encaminada al bien. Es por tanto quien capacita a la persona para actuar de acuerdo a la recta razón haciendo de quien la posee una buena persona y sus actos también buenos. Permite a la persona no solo realizar actos buenos, sino de dar lo mejor de sí misma.

Aristóteles en “Ética a Nicómaco” insiste en la misma idea: que la virtud humana no puede ser ni una facultad ni una pasión sino un hábito. Que sea un hábito, insistimos en ello, quiere decir que aparece no por naturaleza sino como consecuencia del aprendizaje, que va generando en nosotros una disposición permanente o hábito  que nos permite de forma casi natural la realización de una tarea. Los hábitos pueden ser buenos o malos; son hábitos malos aquellos que nos alejan del cumplimiento de nuestra naturaleza y reciben el nombre de vicios, y son hábitos buenos aquellos por los que un sujeto cumple bien su función propia y reciben el nombre de virtudes.

También se suele hablar de la virtud como:

  • Estado de una cosa que constituye su excelencia propia y la capacidad para realizar bien su función
  • Hábitos de la voluntad ordenados por la RAZON
  • Capacidad de una cosa ara producir un determinado efecto
  • Eficacia para conservar o curar la salud
  • Disposición interna que nos incita a obrar bien
  • Hábito y disposición del alma para obrar en conformidad con la ley moral
  • El esfuerzo que domina las pasiones

2.2 Fundamentos morales de la virtud

Cuando hablamos de la virtud estamos ahondando en el fuero interno de cada persona pues son cualidades que solo se aprecian desde la bondad o maldad, la libertad o manipulación, desde la fraternidad o egoísmo.

Y profundizando en la virtud masónica nos estamos adentrando en el campo de la moral entendiéndola como la aplicación consciente de las buenas costumbres, es decir la búsqueda en todo momento del bien tanto para sí mismo como para los demás y la sociedad, así como el cambio consciente que realizamos cuando experimentamos algo mal hecho o la satisfacción por el deber cumplido. En este sentido la moral es algo así como el fruto de la armonía de la propia existencia humana, es el como el trasfondo de la práctica de ser una persona honrada, libre y de buenas costumbres, aplicando en todo momento, sobre todo en caso de dudas, nuestro triple principio de “Libertad Igualdad Fraternidad” como criterio evaluador de nuestro hacer y sentir.

2.3 Fundamentos de la virtud masónica

Por otra parte la masonería tiene como fundamento la RAZÓN. Solo ella tienen la garantía y resistencia para asegurar la estabilidad y consistencia propia de una obra con proyección y realización universal. No hay otra ideología, otros sentimientos, otras costumbres u opciones religiosas, salvo el imperio de la razón y la propia conciencia. Desde ahí vamos burilando la piedra bruta y desechando los malos materiales que, en forma y nombre de vicios o fanatismos nos alejan de la construcción de la OBRA VIVA.

Desde las perspectivas religiosas, éticas o filosóficas el elenco de virtudes es numeroso, son, digamos, variadas y plurales (fe, esperanza, caridad, prudencia, justicia, fortaleza, templanza y otras como esfuerzo, constancia, paciencia, prudencia, etc.). Los masones contribuimos al engrandecimiento de todas ellas desde un principio que las une y sin hacer de nuestra propiedad cada una de las enumeradas y otras tantas por denominar. Más bien las engloba en un movimiento interior que viene a ser como el hábito que permita al hombre obrar siempre bien en todos sus actos, ya que las enseñanzas masónicas consisten en saber aplicar el ejercicio más amplio que aconseja el criterio, para encontrar la razón, y ponerla en práctica en toda su magnitud, de conformidad con la propia conciencia en un acto de libertad personal.

Desde esa práctica luchamos contra todos los desechos o moldes embrutecidos que encontramos en el caminar y llamamos vicios (pereza, apatía, odio, ignorancia, hipocresía, ambición, fanatismo, etc.). Vicios y obscenidades que en la leyenda de Hiram Abif encontramos en los tres compañeros conspiradores Jubelos, Jubelas y Jubelón los cuales en el drama simbólico hacen de traidores y asesinos. Frente a todo ello utilizamos la instrucción, la preparación intelectual y los preceptos de la moral para ir forjando el progreso humano de una civilización de hombres libres que asumen el progreso de los pueblos.

Visto desde otra perspectiva la persona virtuosa es también la que se opone, enfrenta y lucha contra el vicio, refiriéndonos a nuestras pasiones no saludables, al dejarnos llevar por el hábito de los instintos humanos, y a todo aquello que pueda ser un volver al revés la moral y las buenas costumbres. Los malos hábitos, la falta de voluntad, la carencia de libre albedrío, la superstición y el fanatismo, señales de ignorancia, son, entre otros, buenos evaluadores de una conducta sin moral y por tanto viciosa. Y ello aplicado no solo al campo personal sino también al terreno colectivo de nuestras organizaciones, pueblos y sociedad.

Con ese horizonte, y solo desde ese horizonte, iremos encontrando el hombre virtuoso que anhelamos ser, puliendo sin cesar lo bruto que se nos pegue en el caminar de cada día.

2.4 La llamada a la búsqueda de la virtud desde los rituales y símbolos masónicos

Toda la simbología y rituales masónicos están encaminados a que profundicemos en la práctica de la virtud.

2.4.1. Cuando tocan a nuestras puertas

Cuando buscamos el hombre virtuoso estamos buscando al ser humano que crece interiormente, que progresa, al que recibe la luz y sale a comunicarla a su alrededor

La virtud es un término relacionado con los principios morales que además encontramos esparcidos en los rituales masónicos.

Justamente es la virtud lo que buscamos ya desde un inicio cuando alguien toca a nuestra puerta pues indagamos si es una persona honrada, libre y de buenas costumbres, y ya, dentro de la institución, se nos invita y motiva continuamente a adquirir los conocimientos que nos llevarán a pulir la piedra bruta.

2.4.2. En la cámara secreta

Ya desde nuestra iniciación, y en la cámara secreta, se nos enseña el camino y la meta del hombre virtuoso. Recordemos, si no, aquellas tres preguntas que se nos hacen y que escribimos en un papel sobre nuestros deberes primordiales para con el Creador, para con los demás y para nosotros mismos y que, escritos de puño y letra son leídos en la asamblea de masones por el V:.M:.y colocados después junto al fuego, no para quemarlos y hacerlos desaparecer sino para extenderlos por el aurea del universo haciéndonos caer en la cuenta de que el cumplimiento de los mismos va a depender de nuestro esfuerzo y conciencia.

Ya en la iniciación con la destrucción del testamento estamos indicando al nuevo iniciado  que “al proceder así, nos basta para todo vuestra palabra honrada”, señal de que se ha establecido entre nosotros un compromiso de sinceridad.

2.4.3. En la ceremonia de iniciación

Ya en la iniciación hay definiciones que marcan la forma de ser del masón. El ritual del Aprendiz dice: “Las condiciones que exigimos para ser admitido  entre nosotros son una sinceridad a toda prueba y una perseverancia absoluta en los propósitos.”

Sinceridad a toda prueba, perseverancia absoluta, cualidades exigidas para ingresar y tanto más para permanecer.

Un masón que miente, aunque esté iniciado, ascendido y exaltado, no es masón.

La perseverancia, simbolizada en los viajes iniciáticos y en el sentido de la marcha en el templo, que  nunca es  retrógrada,  es característica del masón.

2.4.4. Al hacerse la luz

Es difícil gozar de paz interior mientras permanecemos dando vueltas al ego. Ha de hacerse la luz en nosotros para poder disfrutar de la misma. “¿Qué pedimos para el recipiendario? ¡La luz¡”, escuchamos como muchos la pedían para nosotros en aquel momento que dimos un paso al frente para moldear nuestro ser interior y dejar de ser piedra bruta. Y aquel “¡Hágase la luz¡” que escuchamos sonoramente a nuestro alrededor dio brillo a nuestros ojos y dilató nuestro corazón. Un hombre nuevo comenzaba al tiempo que era iluminado a aprender a dar luz a los demás y a sus ambientes. Un hombre nuevo regenerado por la voluntad puesto que la mejor instrucción es inútil sin voluntad para practicarla, puesto que nadie puede incluso crecer interiormente contra su propia voluntad.

2.4.5. En el juramento masónico

Así comenzamos nuestro juramento o promesa masónica. Con una apuesta del que se dispone a aprender cada día a ser virtuoso, honrado y diligente, en definitiva aprender a ser útil a la creación, a sus semejantes y a sí mismo. Y este compromiso de búsqueda permanente de la virtud en ese camino ya trazado mantiene en su seno unidos a hombres y mujeres de todos los tiempos y latitudes en un lenguaje universal que expresamos con signos, tocamientos y palabras, unidos así en la universalidad de los diferentes tiempos históricos y de las distintas latitudes geográficas, es decir unidos en uno solo.

Con el juramento o promesa hacemos un acto voluntario de cumplir con los compromisos que el hombre se debe a sí mismo, a sus semejantes y al Ser Supremo.

Una experiencia en la que cada día hemos decrecer para evitar en lo posible llegar recibir el golpe mortal que simbólicamente privó de la vida a nuestra gran maestro Hiram Abif.

2.4.6. En las tenidas

Por otro lado la iconografía masónica nos presenta la moral, o principio de la virtud, a través de tres símbolos: el libro, la escuadra y el compás con el simbolismo conocido por todos.

El compás, como símbolo del espíritu y de su poder sobre la materia, que simboliza la igualdad entre todas las personas ya que todos los puntos de su círculo están a igual distancia del centro.

La escuadra, símbolo de la materia, con la que podemos trazar ángulos rectos los cuales nos orientan hacia la rectitud de nuestro vivir cotidiano.

Y el libro sagrado que para nosotros no tiene el carácter de libro revelado, sino que representa la sabiduría humana acumulada en la tradición masónica.

Igualdad, rectitud y sabiduría tres metas a lograr con nuestra práctica diaria.

2.4.7. En la exaltación a maestro

No solo nuestra iniciación masónica con la apertura de la luz sino también nuestra exaltación a maestro nos advierte de la ética o moral masónica: “La leyenda de Hiram Abif nos advierte y a la vez nos previene en contra del peligro eterno de nuestros enemigos que son: la IGNORANCIA, la HIPOCRESÍA y la AMBICIÓN; como calamidades que siempre han servido de instrumento para germinar y llevar a cabo toda clase de intrigas, crímenes e injusticias, como plagas que por sí solas en cualquier circunstancia darían al traste con el bien armónico que debe reinar dentro de toda agrupación que lleve como principios fundamentales, la moral, la honradez y el progreso, como lo es nuestra sublime institución.”

2.4.8. En el saludo de los maestros masones

Otro símbolo esotérico que nos ilumina en este camino del ser virtuoso radica en los cinco puntos de saludo que practicamos en la cámara del medio de la siguiente forma y cuya explicación simbólica es la siguiente:

a. La unión firme de los pies significa que debemos fijar bien nuestros pasos, para estar siempre dispuestos a prestar ayuda o socorro con presteza a nuestros hermanos y a nuestros semejantes.

b. La flexión de las rodillas en forma de triángulo, indica que sólo debemos DOBLARLAS ante el Eterno, pero jamás ante los demás hombres porque todos son nuestros iguales.

c. La unión de las manos en forma de GARRA, nos hace recordar constantemente la obligación que tenemos de ocurrir en auxilio oportuno en favor de todos nuestros hermanos necesitados y de quienes nos los soliciten, sin más interés que la satisfacción de hacer el bien.

d. La unión de los pechos representa a la imagen sublime de la confraternidad universal, como el lazo más poderoso de la estrecha alianza que debe imperar entre los masones y todos los demás hombres que viven sobre la superficie de la tierra.

e. La mano izquierda sobre la espalda manifiesta el sagrado deber que tenemos de proporcionar nuestros sanos consejos, sin distinción de categorías, ni de títulos, entre todos los hombres, tampoco importa la raza o la clase social a que pertenezcan, puesto que es una ley de lesa humanidad no guardar también entre nuestros semejantes una recíproca protección.

Analizando el origen simbólico de las interpretaciones que acabamos de conocer y que se refieren a los Cinco Puntos de Perfección, todos ellos coinciden en su esencia filosófica moral; por eso los autores más eruditos como consecuencia a esas cualidades, se han puesto de acuerdo en el sentido de que dichas interpretaciones son completamente afines con el significativo conjunto de signos, alegorías, emblemas y símbolos que de la misma manera vamos a explicar, por medio de la interpretación esotérica de los propios Cinco Puntos de Perfección.

El primero indica que cuando las necesidades, las desdichas, las penalidades y los peligros a que se expone el hombre requieren nuestro particular auxilio debemos estar siempre dispuestos a proporcionar esa ayuda o protección para salvarlo, antes que pueda caer o sumergirse en las profundidades del infortunio, siempre que sea digno de ello y no resulte un inútil sacrificio propio, o en el de una tercera persona.

El segundo, determina que la indolencia, la apatía y la ociosidad, no serán un motivo para que nuestros pasos hacia el futuro se detengan; ni los abrojos insuperables, ni los escollos infranqueables, sean obstáculos que se interpongan en nuestra senda y nos hagan retroceder, sino que olvidando toda consideración egoísta.

Debemos estar siempre atentos y de pie, vigilando el momento oportuno en que podamos ser útiles, para servir y ayudar a nuestros semejantes; ejecutando en todo tiempo en su favor actos de caridad, de beneficencia y de altruismo; ésa y no otra es la labor que nos corresponde llevar a» la práctica, sin más esperanza que la satisfacción de haber cumplido con esos sagrados deberes.

El tercero, manifiesta que cuando decimos trabajar A:.L:.G:.D:.G:.A:.D:.U:. estamos también recordando el bienestar de nuestros hermanos a fin que también nuestros anhelos se realicen con igual vehemencia que deseáramos para los demás.

El cuarto nos recuerda que los secretos de los hermanos que nos sean confiados, debemos guardarlos como los propios; porque no debemos olvidar que al traicionar esa confidencia lo que hacemos es originarle el perjuicio más grande de su vida, el remordimiento acabaría finalmente con nuestra existencia quedando señalado como un vulgar traidor, aun cuando para disculparse se trate de ocultar en la obscuridad o en el olvido las penas de una conciencia dañada.

El quinto nos aconseja que debemos ser siempre tolerantes para soportar el carácter o las costumbres de nuestros hermanos; sabiendo dialogar sobre nuestros defectos o cualidades con el fin de seguir progresando interiormente; tampoco debemos permitir que lo ultrajen otros si está en nuestra mano impedirlo ni difamar ni atacar a ningún hermano que no pueda defenderse, pues sería demostrar una cobardía, que no se puede nunca tolerar entre hermanos.”

2.4.9.- En la cadena de unión

Por el entrelazamiento que forman las manos, con los brazos entrecruzados, de todos los integrantes del taller, y alrededor del cuadro de la Logia y de los tres pilares de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza, momentos antes de acabar la ceremonia se forma la Cadena de Unión, rito que alude a la fraternidad masónica, sustentada en los lazos de armonía y concordia que entre sí ligan a todos los masones, no solo los presentes sino a todos los esparcidos por el mundo entero. Una virtud que por encima de cualquiera otra representa el fundamento mismo sobre el que se apoya nuestra institución iniciática: la fraternidad, que es la que realmente expande nuestra energía interior haciendo sinergia con la de todos los hermanos.

2.4.10.- En el cada día

Y también hemos de recordar que el Masón es miembro de una sociedad de constructores. El Masón tiene por lo tanto un carácter constructor. Por eso se define en la acción, en la acción de sus trabajos y, tenida tras tenida, se nos recuerda al comienzo de nuestras ceremonias: “¿Eres masón?” pregunta el VM, a lo que el PV responde: “Por tal me conocen mis hermanos”

Toda la simbología y rituales están, pues, encaminados a que profundicemos en la virtud.

3. Conclusiones

Persona libre, honrada y de buenas costumbres son las tres condiciones básicas que nuestra institución exige a aquellos que quieren cruzar nuestras puertas y que, a su vez, son motivos de salida cuando no se guardan y se crece en ellas una vez dentro de la masonería.

El esfuerzo y constancia en la práctica de las virtudes es una norma de conducta ab inicio, y quien las rechaza en la práctica o desiste de ellas está realmente fuera de la masonería.

Cabe decir que la virtud masónica es el ejercicio más amplio que se hace de la RAZON, con el esfuerzo de la VOLUNTAD PROPIA, lo cual nos permite dominar todo tipo de pasiones a las que nos incitan los vicios, lo contrario a la virtud.

La virtud masónica no consiste en la toma en consideración de las actitudes de uno u otro grado masónico. Más bien en la medida que avanzamos en los grados filosóficos, en cada uno de ellos, con conceptos similares y simbología diferente, se nos recuerda la práctica de la virtud, nacida desde dentro del hombre nuevo, como algo a seguir en su búsqueda y perfeccionarla.

La virtud masónica no consiste en el elenco o suma de una serie de cualidades humanas, espirituales o ideológicas, sino en un principio rector que desde el interior usa la razón ara la práctica de las buenas costumbres

Desde la iniciación se nos recuerda los tres campos básicos en la búsqueda del masón virtuoso: nuestros deberes para con Dios, para con el prójimo y para con nosotros mismos.

Al profano que toca en nuestras puertas se le pide y exige como condición haber iniciado ya el camino hacia la virtud desde su práctica como persona libre, honrada y de buenas costumbres.

En nuestras tenidas hablamos en repetidas ocasiones de los principios de Libertad Igualdad y Fraternidad y tratamos a menudo de la tolerancia y de la ruptura de todo tipo de fanatismos, principios de vida de donde se deducen la práctica de las virtudes, es decir de hacer el bien. Y cuando hablamos del camino del iniciado estamos hablando de un camino de esfuerzo hacia la perfección espiritual.

Todo precepto que tenga como base la VIRTUD lleva una única finalidad, la de conseguir un beneficio para nuestros semejantes, sin más ambición que la de ejercitar un bien para el progreso de los demás y de la sociedad.

4. Proposiciones para el debate

  • ¿Qué virtudes consideramos que se practican más frecuentemente a nuestro alrededor?
  • ¿Están nuestros talleres trabajando en el perfeccionamiento personal de sus miembros?
  • ¿Cuáles son los problemas más fuertes que lastran nuestros ambientes para el crecimiento de la práctica del bien?
  • ¿De qué modo podemos nosotros influir en los ambientes donde nos movemos haciendo brillar a nuestro alrededor la luz que hemos recibido?. Experiencias habidas en nuestro quehacer.
  • ¿Qué practicas vitales hemos desarrollado con más intensidad desde nuestro inicio en la masonería?
  • ¿Qué hábitos consideramos debemos adquirir en nuestro proceso de crecimiento interior.
  • ¿Cuáles son los aspectos concretos de nuestros ritos y símbolos que más nos motivan?
  • ¿Cómo expresaríamos hoy nuestros deberes para con nosotros mismos, los demás y el GADU?

2014.09.18