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Masones canarios: Alfonso Espínola, entre Lanzarote y Uruguay.

En este artículo extractamos un trazado envíado por los Hermanos de la Logia Dupla Alianza nº 15, de la Gran Logia de la Masonería de Uruguay, que glosa la figura de un masón canario y uruguayo, Alfoso Espínola Vega, al que se considera el precusor del sistema público sanitario de Uruguay.

Alfonso Espínola nació el 24 de diciembre de 1845 en Teguise, en la Isla de Lanzarote, (Islas Canarias, España). Se licenció en medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Cádiz, donde su talento destacó entre sus compañeros. Tras esto, regresó a Teguise, donde se desempeñó como médico. Sin embargo, debido a sus ideales republicanos, rechazadas por la sociedad de la época, decidió emigrar.

El 3 de junio de 1878, se estableció en Montevideo, Uruguay. Sin embargo, pocos meses después de su arribo a la ciudad, tras darse cuenta de que ya había muchos médicos en la misma, decidió abandonar Montevideo y establecerse en San Isidro de Las Piedras, donde, en aquel momento, no había ningún médico. Durante cuatro años trabajó con gran dedicación en dicha ciudad.

En 1881 despertó una gran epidemia de Viruela que afectó a todo el pueblo. Siendo el único médico de la ciudad curó a muchos enfermos con un tratamiento que no dejaba secuelas en los mismos. Residió durante 15 días y 15 noches cerca de la plaza, bajo unas higueras, con el fin de estar cerca de los enfermos para así no llegar tarde y poder curarlos. Este hecho quedó reflejado en el óleo pintado por Dña. Ángela B. de Hernández que lleva el título «Históricas higueras», conservado en el Museo Histórico Nacional de Uruguay.

Tras conocer la noticia de que dos médicos jóvenes querían vivir en Las Piedras, pero tenían miedo de no tener enfermos a los que curar debido a la fama que había cosechado Espínola, este decidió irse a vivir con su familia a San José. En esa ciudad siguió desempeñando el oficio de médico llevando a veces enfermos a su propia casa, cuando ya no quedaban habitaciones en el Hospital. Creó el laboratorio microbiológico antirrábico «Dr. Ferrán» junto con el doctor Jaime Garán. Este laboratorio fue el primero de Sudamérica. El médico pasaba muchas horas junto al lecho de sus semejantes, no distinguiendo entre pobres y ricos. Además cobraba poco y, muchas veces, lo que cobraba lo daba a otras personas. (Wikipedia).

La casa se convirtió en un sanatorio gratuito, hasta el punto de que si estando todas las camas ocupadas llamaba a sus puertas un enfermo, le habilitaba un colchón en el suelo, como en el caso de un hombre afecto de pulmonía y que Don Alfonso temía podía morir si regresaba al campo, teniendo en cuenta que el paciente tenía siete hijos y era el sostén de la familia, o incluso cedía su propio lecho, como cuando llegó un herido grave a media noche.

Además su habitación quedaba siempre abierta e iluminada, para que los que requerían sus auxilios llamaran directamente a su dormitorio, a fin de evitar una pérdida de tiempo que pudiera resultar fatal.

Por todo ello, fue denominado “Precursor de la Asistencia Pública en el Uruguay”, “Padre de los Pobres”, “Mártir de su profesión” y “Benefactor de la Humanidad”.

En 1889 fundó, junto al Dr. Jaime Garán, el Laboratorio Microbiológico Antirrábico, el primero en Sudamérica, que denominó Dr. Ferrán, en honor al ilustre médico y bacteriólogo español, descubridor de una vacuna contra el cólera y otras vacunas contra el tifus y la tuberculosis, que le proporcionó el virus necesario para iniciar sus experimentos.

Esta institución adquirió tal relevancia que el ministro de Francia Mr. Burcier Saint Chafrey, en una visita que realizó a la República, quedó tan impresionado con la labor desarrollada por Espínola, que sin pérdida de tiempo lo puso en contacto con Pasteur, lo que dio origen a una incesante correspondencia científica entre ámbos.

Era 19 de julio de 1905, al caer la tarde, una mujer solicitaba los servicios del Dr. Espínola para su marido enfermo. Se le informó de que don Alfonso estaba grave, en cama, y como el enfermo pertenecía a las fuerzas del orden, podía recurrir al médico de la policía.

Al rato volvió la mujer llorando porque no podía encontrar al médico y su marido estaba muy mal. Enterado Don Alfonso, pidó ropa para acudir al llamado. Fue en vano querer disuadirlo de su propósito y ya de pie, mirando con asombro a su señora e hijos, les dijo: “¿Pero ustedes me piden a mí, a mí me piden que yo deje morir a un hombre.

Y marchó con la mujer que lo aguardaba llorando. A su regreso, a las cinco de la tarde, ya sin fuerzas, no pudo traspasar el umbral de su casa. Su hija María lo tuvo que sostener y ente todos lo metieron a la cama, exhausto, sin quejarse. Unas horas después, al día siguiente, 20 de julio, a las tres de la mañana dejó de existir. Aún no había cumplido los 60 años.

La ciudad sufrió una gran conmoción. Las gentes se agrupaban frente a la casa, para luego seguir al féretro, reflejando la más honda pesadumbre. Los obreros, que no estaban agremiados en la época, solicitaron disponer de dos horas para formar parte del cortejo fúnebre de Espínola, que en San José de Mayo era señalado como “un Dios que anda sobre la tierra”.

Alfonso Espínola Vega, masón.

La  Logia lanzaroteña (en Canarias) denominada Atlántida fue fundada en 1875, entre otros, por Blas Cabrera, José Merino y Alfonso Espínola, figurando este último con el cargo de Orador.

El 1 de noviembre de 1883 se afilia a la Logia Dupla Alianza, donde participó activamente en las Tenidas.  Como dato curioso, sabemos que la afiliación del H:. Alfonso Espínola, costó 0,90 centavos

Ocupó el cargo de Orador de esta Logia (así lo dice la nota donde se refiere a la Tenida de banquete celebrada el 24 de junio de 1888) y también el cargo de Diputado frente al Gran Oriente en Montevideo.(Nota de Elección de autoridades, 6 febrero de 1888).

En 1891 fue Venerable Maestro de la Logia Dupla Alianza, y desempeñó un importantísimo papel en la creación y funcionamiento de la “Liga Patriótica de Enseñanza”  que jugaría un papel destacado en la difusión  de la Educación Laica.

Despertaba la conciencia, enseñaba a los hombres a ser limpios de corazón, desprendidos de ambiciones impuras, heroicos de acción, libres de maldad, respetuosos con sus semejantes, para reunirse en una sola familia, la familia humana, por el único e indestructible lazo que puede acercarlos: el amor.

Fuentes: Respetable Logia Dupla Alianza, al Oriente de San José (Uruguay) y Wikipedia.

Notas de la Gran Logia de Canarias:

1.- Nuestro más sincero agradecimiento a los Hermanos de la Logia Dupla Alianza nº 15 de San José de la Gran Logia de la Masoneria del Uruguay por habernos hecho llegar su brillante trazado sobre el Hermano Alfonso Espínola y que ha servido de fuente principal para este artículo.

2.- La Respetable Logia Atlántida de Lanzarote donde se inició el Hermano Alfonso Espínola opera actualmente bajo los auspicios de la Gran Logia de Canarias.

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