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Masones canarios: Luis Rodríguez Figueroa. La urgente recuperación de la memoria histórica de la masonería.

La presente entrada sirve para rendir un homenaje no solo al ilustre masón Luis Rodríguez Figueroa, sino la de todos nuestros Hermanos que perdieron su vida por su mera pertenencia a la masonería, así como la de cualquier víctima del franquismo, sin distinción. Para todos ellos pedimos, en justicia, la recuperación de su memoria histórica y también la de nuestra Orden.

Luis Rodríguez Figueroa estudió Derecho en la Universidad de Granada, ejerciendo la abogacía en su isla natal. Comenzó escribiendo en revistas literarias y periódicos del archipiélago como Hespérides, Gente Nueva y La Prensa, utilizando en ocasiones el seudónimo de Guillón Barrús. Funda junto a Ildefonso Maffiotte la revista Castalia. Fue también miembro del Ateneo de La Laguna.

Miembro de la Respetable Logia Añaza desde 1897, llegó a alcanzar el grado de maestro masón y adoptó el nombre simbólico de Tirteo, en honor al poeta griego de la segunda mitad del siglo VII a.C.

Su primera novela El cacique, escrita en 1898 y publicada en 1901, es una denuncia del caciquismo y de las oligarquías que dominaban en el Archipiélago. En 1915 escribe la novela Mea culpa junto a Domingo Cabrera Cruz, Diego Crosa, Ramón Gil Roldán, Ildefonso Maffiotte, Leoncio Rodríguez y Manuel Verdugo entre otros. También es autor de obras poéticas como Preludios (1898), Venus Adorata (1902), El Mencey de la Arautapala (1919), Mazir (1925) y Banderas de la democracia (1935).

De este última obra extraemos un verso de «Dos sonetos a la Democracia» («Oceánica, Tomo 4, versos 1913-1936, Luis Rodríguez Figueroa, colección Escuadra y Compás, Ediciones Idea, 2016):

«Vejada por déspota insolente,

hambrienta, miserable y perseguida,

con la sangre caliente de tu herida

germinó tu prolífica simiente.»

En su larga vida política en las filas del republicanismo desempeñó los siguientes cargos: concejal del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz entre 1912 y 1915, del de Santa Cruz de Tenerife en 1920-1922, consejero del Cabildo en 1919 y diputado a Cortes por el Frente Popular (representando a Izquierda Republicana) tras las elecciones de febrero de 1936. En 1929 se unió a las filas del Partido Radical Socialista y se integró en 1934 en la formación encabezada por Manuel Azaña, Izquierda Republicana.

De ideas republicanas evolucionará hacia posiciones más izquierdistas. Participó como abogado de los procesados por «los sucesos de Hermigua» del 23 de marzo de 1933 (que enfrentaron a los campesinos con la guardia civil). En las elecciones de febrero de 1936 será elegido diputado. Debido a su activismo político, resultaba una persona incómoda para los grupos de poder de la isla, por lo que al inicio de la Guerra Civil Española tras el golpe militar franquista fue detenido se le aplicó la «ley del saco», siendo apotalado (asesinado en el mar) a finales de octubre de 1936.

Sin embargo, la tradición oral apunta con insistencia que sus restos podrían encontrarse junto con los del alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Carlos Schwartz, el alcalde de Buenavista del Norte, Antonio Camejo, y el teniente de alcalde del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, José María Martín, entre otros, en una sima volcánica del Parque tinerfeño de las Cañadas del Teide, a 2.500 metros de altura, conocida por el Bucio de Maja, en el término municipal de La Orotava, entre Izaña y El Portillo.

Nuestra memoria es y será imperecedera para aquéllos que sufrieron, como indicaba la masona Clara Campoamor Rodríguez, el delito legalísimo de ser masones.

“Temporibus peccata latent et tempore parent” (Catón, Dísticos, 2, 8, 2).

Fuentes: Wikipedia, Historia de la Francmasonería en Canarias de Manuel de Paz Sánchez.

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