Españoles contra españoles: la supuesta arma secreta de la Masonería según Franco en 1951.

Volvemos otra vez a reproducir, por su alto interés, un artículo del historiador Eduardo Montagut, publicado en la revista digital «El Obrero» y cuyo enlace adjuntamos al final del artículo.

En la primavera de 1951 el periódico El Socialista desde Toulouse publicó un editorial sobre lo que Franco había declarado en un acto en el Palacio Real de Madrid ante los representantes de las Hermandades de Labradores y Ganaderos. Al parecer, había dicho que el arma secreta que supo descubrir la Masonería en su momento, y que durante siglo y medio habría venido esgrimiendo contra España había sido promover el enfrentamiento de españoles contra españoles. El periódico señalaba que Franco había hecho este hallazgo en relación con las huelgas y protestas obreras de Barcelona, Bilbao, San Sebastián, Vitoria y Pamplona, convirtiendo a la Masonería en chivo expiatorio de las mismas. Como sabemos, fue un año especialmente conflictivo, y entre los problemas del mismo destacaría la huelga de tranvías de la capital catalana.

Según el periódico socialista el empleo en 1951 del argumento sobre la Masonería venía a sustituir al que se venía usando sobre la culpabilidad de comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos y liberales como promotores de las protestas obreras de ese año. Pero nadie podía creer en una conjura comunista en Vitoria o Pamplona, por ejemplo. Por eso, el dictador, advertido de su torpeza, había cambiado el discurso, sustituyéndolo por otro, más adaptado a las circunstancias, destinado a la propaganda interior: la Masonería internacional como causante de los problemas. En este sentido, debemos recordar que la Masonería volvería a aparecer para Franco como responsable de conflictos, esta vez, en relación con las protestas internacionales como consecuencia de los fusilamientos de septiembre de 1975, justo en el final de la vida de Franco en su último discurso en la Plaza de Oriente. No deja de ser curioso que ambas declaraciones se realizaran en el mismo espacio físico con una diferencia de 24 años.

El periódico se preguntaba qué opinarían sobre “tan peregrina versión” los innumerables gobernantes extranjeros, empezando por Truman, que eran masones (Truman llegó a ser Gran Maestre de los masones de Misuri, su estado natal en 1940, y cinco años después, Soberano y Gran Inspector General), ya que no era nada verosímil que tuvieran que ver con las huelgas de ese momento en España.

Los socialistas expresaban en el artículo un sentimiento de vergüenza ajena ante ese tipo de declaraciones. Del drama de España, Franco pretendería, en su opinión, hacer un melodrama de conspiradores con “barbas postizas”, supuestamente animados de turbios designios concebidos en las logias.

El periódico consideraba que lo que decía el dictador era un ejercicio de siniestro cinismo, al atreverse de acusar a la Masonería ni a nadie de incitar a españoles contra españoles. Al parecer, habrían sido los masones, a quienes Franco había perseguido de forma inmisericorde, los que se habían sublevado en el 36 contra la República, y los que llevaron a España, para matar españoles, a las tropas italianas, alemanas y marroquíes, además de fusilar a tantos inocentes en la represión o a que tantos terminaran en la cárcel o en el exilio.

La Masonería nunca dejó de aparecer en el discurso franquista, como ya está estudiado por una amplia y heterogénea bibliografía, como una de las instituciones u organizaciones culpables de los supuestos males que había asolado a España, para justificar el golpe militar de 1936.

El artículo está publicado en el número 5569 de El Socialista, de 24 de mayo de 1951. Sobre los conflictos sociales de ese año contamos con el trabajo de Félix Hernández, “El sindicato vertical y las protestas obreras de 1951”, en historiadelpresente.es.

Eduardo Montagut, historiador. Publicado en la revista digital «El Obrero» el 17 de mayo de 2021.