La logia Comendadores del Teide y el orígen francés de la masonería canaria y española

Sobre el origen francés de la primera logia masónica constituida en las Islas Canarias en 1816.

Julio Caro Baroja en su libro Las falsificaciones de la historia expone que por muy críticos que seamos con los falsificadores de la historia de España, debemos tener en cuenta que en la actualidad existen otra clase de impostores y tartufos más peligrosos, porque no falsifican datos o hechos, sino que interpretan los auténticos a su modo y para sus fines (Caro Baroja, 2019).

Esta nueva modalidad de falsedad se da hoy en determinada rama de la masonería española que pretende fijar en el imaginario colectivo la secular presencia en España de una masonería autodenominada “regular”, que además pretende ser la actual heredera y continuadora del extinto Gran Oriente Español. Al efecto merece estudiar las vicisitudes de esta última organización masónica tras la restauración democrática, expuesta por Pepe Rodríguez en su obra «La masonería al descubierto, del mito a la realidad.»

Si hacemos caso a su relato de hechos, la masonería española y canaria siempre ha sido de naturaleza teista y de origen e influencia inglesa. Nada más alejado de la realidad, como intentará exponer a continuación.

El presente capítulo es, pues, una reivindicación del origen francés de la masonería canaria (y, de paso, también la española) ejemplificada en la historia de la primera logia que se fundó en las islas bajo la denominación de Grande Loge et Chapitre Commandeurs du Teyde. Su nombre original ya nos da una pista de la verdadera naturaleza de sus raíces.

Para la redacción del presente texto se ha acudido fundamentalmente a la obra de los profesores Manuel de Paz Sánchez y José A. Ferrer Benimelli así como a la lectura de los manuscritos que sobre la Logia Comendadores del Teide obran en la Biblioteca Nacional de Francia (2), toda vez que por desgracia, los originales obrantes en Tenerife fueron destruidos por los masones originariamente pertenecientes a dicho Taller, a fin de eliminar posibles pruebas inculpatorias que fueran utilizadas por la Inquisición Española que bajo el reinado de Fernando VII perseguía ferozmente a la masonería, amparada en el Edicto de Fe contra las juntas de Franc-Masones de fecha 19 de febrero de 1815 (Benimeli,1996).

Conforme explica el profesor Manuel de Paz Sánchez,le debemos a José A. Ferrer Benimelli el haber acreditado que los verdaderos orígenes de la masonería española hay que situarlos en la Guerra de la Independencia de 1808.Concretamente el profesor Ferrer Benimelli afirma textualmente que

Los verdaderos orígenes de la masonería española hay que situarlos no en el siglo XVIII, del que solo podemos hablar de alguna presencia esporádica de masones o logias de extranjeros que no tuvieron importancia ni continuidad, sino a raíz de la Guerra de la Independencia (Benimeli, 1974).

En España, tras la invasión francesa se produce la implantación de una masonería llamada bonapartista, pero existe una doble masonería bonapartista. Por una parte, las logias llamadas tradicionalmente de afrancesados que constituyen su propia Gran Logia Nacional de España en1809 y a instancias directamente de José Bonaparte, y, por otra, las logias más propiamente bonapartistas, pues dependían directamente del Gran Oriente de Francia, que estaban constituidas fundamentalmente por militares franceses o adscritos a los servicios auxiliares (Benimeli, 1983).

Entre estas logias bonapartistas dispersas por diferentes puntos del país se encuentra Les Commandeurs du Teyde, la primera logia de Canarias.

El conde de Saint-Laurent.

Para comprender el papel de este personaje en la historia de la masonería canaria, debemos partir de la creación del Supremo Consejo de Francia para el Grado 33 por Alexandre François Auguste, conde de Grasse y marqués de Tilly, conocido abreviadamente como Grasse Tilly, el cual había sido nombrado el 21 de febrero de 1802 Gran Inspector General y Gran Comendador de las Antillas francesas del Rito Escocés Antiguo y Aceptado que acababa de constituirse en Charleston. A su regreso a París fundó el Supremo Consejo para el Grado 33 en Francia el 20 de octubre de 1804, siendo él mismo su primer Soberano Gran Comendador (2).

El conde de Saint-Laurent, había recibido el 16 de agosto de 1816 del Conde de Grasse-Tilly el poder de representarlo en su ausencia, concretamente como Gran Comandante (ad vitam) del Supremo Consejo 33 para Tierra Firme, Nueva España, América del Sur, Puerto Rico,Islas Canarias (Alain Berheim, 1986), y ello con la finalidad de expandir en el Nuevo Mundo la influencia francesa sobre los masones americanos que practicaban el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

Es en su viaje desde Francia a América cuando el conde de Saint-Laurent recala en las Islas Canarias, concretamente en Tenerife, debido a la privilegiada posición geoestratégica y climática en medio del Atlántico de las islas, que se convertían de esta manera en escala necesaria entre Europa y sus territorios de ultramar. Y es en este momento cuando comienza la historia organizada de la masonería en Canarias.

La Fundación de Comendadores del Teide.

Es de destacar el mérito de estos masones canarios que tan sólo dos años después de finalizar la ocupación napoleónica de España, se atreven a constituir un taller masónico de expresa influencia francesa y estando plenamente vigente en España bajo el reinado de Fernando VII una prohibición expresa de practicar la masonería, que era perseguida bien por la policía real como por la Inquisición, ya que se encontraban vigentes tanto el Real Decreto de 1814prohibiendo sociedades clandestinas como el Edicto de fe de la Inquisición de 1815. Esta circunstancia puede llevar-nos a la reflexión de que hubo una España ilustrada que consideró la instauración de una monarquía bonapartista como una oportunidad histórica para salir del atavismo ancestral que sufría el país por la acción conjunta de los últimos reinados borbónicos y una la iglesia católica contraria a perder su papel protagonista en la sociedad.

Según recoge el profesor Manuel de Paz, resulta enormemente valioso el testimonio del cronista Francisco María de León y Xuárez de la Guardia:

Existían ya por entonces en la isla varias personas que, habiendo viajado a los países extranjeros, se habían allí alistado en los clubs de la masonería, a la sazón en gran auge en casi la Europa entera, y ya en el día harto conocidos en sus ideas y hasta en sus ceremonias y misterios; pero todos ellos contentábanse con aquel oculto honor que les proporcionaba relaciones y cierta importancia sobre el vulgo, que apenas traslucía aun otra cosa que el nombre de la sociedad. Mas a pesar de ello, esta especie de nuevos religionarios políticos no se habían nunca reunido en las islas en club o sociedad propia, cuando allá por fines de 1816 o principios de1817 aparecióse en las islas el aventurero conde de Saint-Laurent, de nación francés, y comisionado a la América española por el Gran Oriente de París, como apóstol del masonismo, para fundar logias y difundir en aquel continente ciertas ideas y principios que habían de surtir a su tiempo el efecto que se deseaba; y este comisionado, reuniendo en Santa Cruz de Tenerife los hermanos que encontró esparcidos, creó la logia masónica que, dependiente de la suprema autoridad francesa, conservóse hasta la época que describimos –1820–, sin tomar la iniciativa en negocios políticos (De Paz Sánchez, 2008, p. 133).

La paternidad del Conde de Saint-Laurent en la fundación de la Logia Comendadores del Teide viene también ratificada por la Carta Constitucional otorgada por el conde de Saint-Laurent y cuya copia autorizada se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia. La fundación de “la logia escocesa de San Juan” conocida por Los Comendadores del Teide, tuvo lugar el día 16 de diciembre de 1816, bajo el patrocinio del ya mencionado Conde de Saint-Laurent, según referencias de la época. Según el profesor Manuel de Paz Sánchez, sobre este taller se conservan algunos escasos documentos, entre ellos el más importante es el cuadro de logia del 20 de mayo de 1817 y cuya reproducción constituye la imagen de esta entrada y cuyo original también obra en la Biblioteca Nacional de Paris.

Conviene reseñar que la abundante presencia de militares en la Logia Comendadores del Teide (cinco maestros y dos aprendices, casi la mitad del taller) es una constante que se mantuvo en la historia de las logias canarias y españolas desde el inicio de la masonería en nuestro país y hasta la interrupción traumática que para las libertades y en consecuencia para la masonería supuso la Guerra Civil española y la dictadura franquista.

¿Porqué los militares se han sentido atraídos hacía la masonería? Existen varias explicaciones: el carácter fuertemente jerarquizado de las organizaciones masónicas y el origen militar del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, entre otras. Por su parte Ezequiel Ignacio García-Municio De Lucas apunta –entre otras– estas razones (De Lucas, 2017):

Algunos grupos sociales desarrollan habitualmente prácticas rituales, el uso de accesorios que favorecen la identidad o la permanencia en grupos cerrados. Entre los militares, al igual que en otras profesiones como jueces o fiscales, estas actividades también se insertan dentro de su labor profesional diaria. Durante la época estudiada, la milicia se vivía de forma permanente (dentro y fuera del cuartel), el uso del uniforme era habitual e incluso ciertas prácticas se extendían a toda la familia. La jerga lingüística utilizada o la actuación y posicionamiento en hechos cotidianos se daba permanentemente. Por este factor las similitudes entre la actividad masónica y profesional puede jugar a favor del atractivo de las logias.- La búsqueda de algo diferente y la vivencia de una experiencia iniciática. Los frecuentes cambios de destino y la incorporación a unidades destacadas en zonas muy alejadas,en algunos casos durante conflictos bélicos, actúan entre los militares rompiendo la monotonía que vivían en guarnición (gran parte de los oficiales estudiados participaron en campañas militares fuera de su residencia habitual). Igualmente debe tenerse en cuenta la importancia del ritualismo próximo a la iniciación de algunos hechos de la vida castrense (jura de bandera, entrega de sable a los oficiales, sentimiento de pertenencia a ciertas unidades, toma de mando de una unidad, etc.).

Continuando con la andadura de nuestro taller masónico, el 30 de abril de 1820, la logia solicitó los auspicios del Grande Oriente de Francia a través de la intermediación de un taller hermano de París, la Loge Commandeurs du Mont-Thabor (3).

Expresa el profesor Manuel de Paz Sánchez que dicha petición no fue atendida con diligencia, por lo que, de hecho, la logia tinerfeña se convirtió en una especie de taller provisional, en tanto que no gozaba del reconocimiento de ninguna obediencia o potencia masónica regular o irregular (De Paz Sánchez, 2008).

Sin embargo, en mi opinión, existe una segunda posibilidad, que desde luego no está contrastada. Y es que inicialmente el Taller Comendadores del Teide, consciente de ser el primer grupo masónico organizado en las Islas Canarias, tuviera la intención de convertirse en el germen de una potencia u obediencia masónica canaria autónoma, siendo su pretensión al dirigirse al Gran Oriente de Francia, no tanto el colocarse bajo sus auspicios, sino obtener un reconocimiento de esta importante obediencia. Es muy significativo que en el escrito dirigido al Gran Oriente Francés en abril de 1820, se autodefinan como “Serenísima Gran Logia Metropolitana de los Comendadores del Teyde” y designen a dos hermanos franceses como “Grandes Representantes”. Para cualquier masón es notorio que el adjetivo de gran o grande se reserva para las denominaciones de las obediencias, de sus cargos o representantes.

Aunque pudo ser la primera vez que se albergó tal intención, no fue la última. Efectivamente, cincuenta y nueve años más tarde, en 1879, la Logia Taoro de la Orotava a raíz de la ruptura con el Gran Oriente Lusitano expresa en un documento que sacó a la luz el profesor Manuel de Paz Sánchez, la necesidad de crear una obediencia canaria que fuera autónoma de otras potencias masónicas.

Hubo que esperar al año 1922 a que esa vieja aspiración se materializase con la fundación de la Gran Logia de Canarias.

En el año 2010 la logia Comendadores del Teide volvió a levantar columnas, esta vez bajo los auspicios de la Gran Logia de Canarias, operando en los Valles de la Isla de Tenerife y trabajando actualmente –como el resto de los talleres de la Gran Logia de Canarias– el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

El lema fundacional del Taller, inscrito en su escudo, es Sapere Aude (atrévete a saber). La frase supuestamente fue acuñada por Horacio en el siglo I a. C. y se encuentra en una epístola a su amigo Lolius, Epistularum liber primus, explicándole los múltiples procedimientos que Ulises usó en su regreso de Troya para superar las pruebas alas que se enfrentó: Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, incipe (Quien ha comenzado, ya ha hecho la mitad: atrévete a saber, empieza) (Horacci, 1823).

Adhuc Stantes

Notas:

1 Correspondance des loges avec le Grand Orient de France1741-1856, Loges de l’étranger, Loges de îles Canaries, Loge et chapitre Commandeurs du Teyde; 1820. FM2 (558). Fondo de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Francia. París. Francia.

2 https://es.wikipedia.org/wiki/Auguste_de_Grasse-Tilly

3 La logia Comendadores del Monte Tabor se fundó en París el 1 de marzo de 1808, se cree que en conmemoración de una batalla acaecida en 1799 durante la expedición napoleónica a Siria, siendo de suponer por tanto que fue una logia eminentemente militar y pudiendo explicar este hecho las buenas relaciones mantenidas con el taller tinerfeño, dada la también fuerte presencia de militares en el mismo. A tal conclusión se llega tras la lectura parcial de la obra de Jean Claude Besuchet de Saunois(1829): Précis historique de l’Ordre de la Franc-maçonnerie, depuis son introduction en France jusqu’en 1829: suivi d’une Biographie des Mem-bres de l’Ordre, Libraire Rapilly.

Bibliografía:

Benimeli, J. A. F. (1974): La masonería española en el siglo XVIII, Siglo XXI.

Benimeli, J. A. F. (1983): “La primera Logia Masónica de Canarias: Los Comendadores del Teyde (Santa Cruz de Tenerife, 1817-20)”, en Revista de Historia Canaria (173), 199-214.

Rodríguez, P. (2006): Masonería al descubierto: del mito a la realidad (1100-2006), Temas de Hoy.

Benimeli, J. A. F. (1996): La masonería española, Ediciones Istmo.

Caro Baroja, J. (2019): Las falsificaciones de la historia, Seix Barral.

Berheim, Alaim (1986): “De Estienne Morin al Conde de Saint-Laurent”, en Renaissance Traditionale.

De León, F. M., Cioranescu, A., Peraza, M. G., y Martínez,M. G. (1966): Apuntes para la historia de las Islas Canarias 1776-1868, Aula de Cultura.

De Lucas, E. I. G. M. (2017): Militares y masonería (Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid).

De Paz Sánchez, M. (2008): Historia de la francmasonería en Canarias (1739-1936), Tomo I, Ediciones Idea.

De Paz Sánchez, M. (2008): Papeles masónicos inéditos (Tenerife, siglo XIX), Ediciones Idea.

Horacci Flacci, Q. (1823): Espistularum Liber Primus, II, 40,Imprenta de León Amarita.

Sin Autor (1820): Correspondance des loges avec le Grand Orient de France 1741-1856, Loges de l’étranger, Logesde îles Canaries, Loge et chapitre Commandeurs du Teyde; 1820. FM2 (558). Fondo de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Francia. París. Francia.

Nota sobre el contenido de la entrada y su autor: la presente entrada es un extracto del capítulo del mismo nombre contenido en la obra «La Gran Logia de Canarias, cien años de masonería en las islas» de la editorial Idea (2023). El autor de dicho capítulo y de esta entrada es el maestro masón Carlos Berástegui Afonso, actual Gran Maestro electo de la Gran Logia de Canarias.

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