La iniciación, del latín “INITIUM” es, por definición, el comienzo o la entrada en algo. Es el paso de los profano a lo sagrado, en términos simbólicos, es decir es la regeneración del Ser. Es el conjunto de ritos, simbolismos, alegorías y lecciones iniciáticas tienen como finalidad la mutación radical en la experiencia espiritual del sujeto iniciado.
El proceso iniciático, desde sus orígenes, ha estado caracterizado por pruebas de carácter simbólico que guardaban características similares en los distintos ritos de la antigüedad.
También podemos definir la iniciación como un proceso personal en la cual un individuo, trascendiendo la mera percepción física del hombre, decide evolucionar interiormente con el propósito de alcanzar estados de consciencia superiores que le permitan descubrir y acercarse a su verdadera realidad existencial.
La prácticas iniciáticas se remonta a los albores de la humanidad, podríamos retroceder hasta el tiempo de los Neandertales, que fueron los primeros homínidos que se preocuparon por el hombre después de su muerte, aunque muchos antropólogos citan el chamanismo como la primera expresión iniciática a partir de la cual evolucionaron las diferentes tradiciones iniciáticas de la historia.
Las bases de la tradición iniciática en Occidente las encontramos en diversas fuentes indoeuropeas que van desde los misterios egipcios, fenicios y los de Eleusis, hasta la doctrina pitagórica, pasando por los esenios, la kabbalah e incluso por la tradición alquimia.
Tradición deriva del latín “tradere”, que significa “dar a través”, “transmitir”, se revela como un arte o una ciencia de la transmisión, de la comunicación y del paso entre generaciones del saber ser y el saber hacer. La Antropología define la tradición como la capacidad de recrear lo que ha sido, es decir de reactualizar con los medios del presente, las adquisiciones del pasado.
Formalmente, todas afirman la necesidad de pasar por una ceremonia de iniciación para acceder a niveles superiores.
Materialmente, podemos afirmar que la iniciación, como tal, es la estructuración en torno a la muerte y a la resurrección, el paso de la oscuridad a la Luz.
En toda iniciación, existe una meta final, un camino hacia la realización final. En la Masonería esta meta es la Gran Obra, en el Budismo el Nirvana, en el Cristianismo el Cielo, etc.