Los masones españoles afirmaban que sus hermanos de Alsacia-Lorena estaban sosteniendo una lucha calificada de única en la historia, y que importaba no solamente a las logias francesas, sino a todas las logias y a todos los masones del mundo, ofreciendo un ejemplo (Eduardo Montagut, historiador. Revista digital El Obrero 14 de marzo de 2021).
La anexión alemana de Alsacia y Lorena después de la guerra franco-prusiana provocó un verdadero terremoto en la masonería de estos territorios que hasta el momento habían sido franceses. En este apunte estudiamos cómo reaccionaron los masones de estos dos territorios ante la orden de Bismarck de que las logias de ambos territorios debían integrarse en la masonería alemana si querían seguir trabajando. Como nos explica André Combes, al negarse fueron disueltas, y las autoridades crearon otras con nombres alemanes, y sometidas a alguna de las Grandes Logias del Imperio. En todo caso, las logias francesas tomaron la resolución de disolverse. Este trabajo estudia, con algunos ejemplos, esta decisión.
La masonería española, a través del Boletín del Gran Oriente de España, se hacía eco de esta situación en su sección de “Revista Masónica extranjera”, recogiendo las noticias que publicaba el periódico parisino masónico Chaine d’Union. Los masones españoles afirmaban que sus hermanos de Alsacia-Lorena estaban sosteniendo una lucha calificada de única en la historia, y que importaba no solamente a las logias francesas, sino a todas las logias y a todos los masones del mundo, ofreciendo un ejemplo.
En este sentido, la Logia de Metz, “Los Amigos de la Verdad”, se había dirigido al Gran Oriente de Francia expresando su decisión de “permanecer en sueño”, es decir, entrar en una situación de suspensión. La medida se justificaba por la orden que se había recibido en el mes de marzo de 1872 en relación a que debían cesar sus trabajos (los “trabajos” es la expresión masónica referida a labor realizada en las logias) a menos que la logia decidiera afiliarse a una Gran Logia alemana. Al parecer, se había realizado algunas reclamaciones, pero nada se había conseguido. En consecuencia, muchos de los masones emigraron por la carretera que unía Metz con Nancy.
La Logia de Colmar, “La Fidelidad”, por su parte, había decidido disolverse el 18 de agosto antes de afiliarse a una obediencia masónica alemana. Sus componentes decidieron que todo los materiales y documentación de la logia debían pasar a los archivos del Gran Oriente de Francia. La biblioteca que poseía la logia sería entregada a una de las logias francesas limítrofes del Alto-Rin. Lo fondos que quedaran disponibles serían entregados a la Asociación de Alsacia-Lorena, que se encontraba en París, para contribuir a los gastos de educación de los jóvenes alsacianos-loreneses emigrados. Los masones de Colmar consideraban que los despachos recibidos de la autoridad del departamento de la Alta Alsacia atentaban contra la libertad masónica porque se mandaba en ellos que cesase la relación con el Gran Oriente de Francia, siendo su “obediencia natural”. La logia no podía unirse a la masonería alemana porque se consideraba que estaba cooperando activa o tácitamente con la violencia que se había producido en Alsacia y Lorena, un atentado que se consideraba muy grave porque la masonería era universal, y se basaba en la “afirmación del derecho y la justicia”.
En Estrasburgo trabajaba la logia de “Los Hermanos reunidos”. El 11 de julio de 1872 recibió, remitida por el director de policía, una orden del presidente superior de Alsacia-Lorena en la que se avisaba que no sería tolerada actividad alguna de la logia con el Gran Oriente de Francia. Al parecer, la logia había tomado una resolución el 31 de marzo que entraba en contradicción con lo dispuesto, por lo que quedaba sin efecto. Pero, además se invitaba a dicha logia a cambiar la resolución, dando un plazo para comunicarlo (octubre).
El 2 de septiembre, la logia contestó al jefe de policía recordando que el artículo segundo de la Constitución Masónica imponía a los francmasones la obligación estricta de respetar las leyes del país que habitaban y que el espíritu mismo masónico les imponía también el deber de velar por la integridad de los derechos que se garantizaban por la ley. Así mismo, consideraba que entre esos derechos figuraba el que tenía todo individuo y toda asociación de comunicarse libremente con quien le conviniese, siempre que esas relaciones no tuvieran ninguna causa penable o ilícita. En consecuencia, las relaciones con el Gran Oriente de Francia no podían ser objeto de sospecha, ni por parte de las autoridades judiciales, ni por las políticas, teniendo en cuenta, además, que la política estaba excluida de la actividad masónica. Así pues, en virtud de estos razonamientos la logia consideraba que las relaciones que seguía manteniendo con el Gran Oriente de Francia se encontraban dentro de la más estricta legalidad.
Pero, también es cierto que esta destacada logia tenía sus problemas con su propia obediencia, como lo atestigua una comunicación al Gran Oriente de Francia, fechada el 5 de septiembre. En la misma se expresaba que no se enviaría un delegado al Convento (reunión de las logias de una obediencia masónica) que se iba a celebrar el 9 de septiembre porque en el Convento de 1871 se habría, supuestamente calumniado a logia, pero no sabemos en qué sentido, y si tenía o no que ver con la situación que estaba viviendo la masonería en Alsacia-Lorena. Al parecer, tampoco se había permitido al delegado en dicho Convento poder protestar en sesión pública, consiguiendo nada más la promesa de poder depositar en los archivos del Gran Oriente dicha protesta por escrito. Los masones de la logia de Estrasburgo manifestaban su pesar por todo eso y más cuando se encontraban en la situación de tener que cerrarla por no haberse querido separar de dicha obediencia.
El 11 de octubre, el presidente de la Baja Alsacia ordenó al director de la policía de Estrasburgo que cerrara la logia ante la contestación recibida de la misma, que, decidió convocar a sus miembros para una última tenida (reunión), para el día de difuntos. En dicha tenida se explicó que la logia era clausurada, y considerando que no se discutía nunca cuando se empleaba la fuerza como argumento, la logia protestaba contra la violencia a la que se había visto sometida.
Al parecer, después de todos estos sucesos acontecidos en Alsacia y Lorena se intentó con los restos de las logias francesas disueltas en estos departamentos crear una Gran Logia independiente, es decir, una nueva obediencia que extendiese su acción en ambos distritos, e independiente de Francia y Alemania, pero no se hizo por protesta de algunas logias.
Hemos empleado como fuente los números 41 y 42 del Boletín Oficial del Gran Oriente de España (enero de 1873), y hemos trabajado con el estudio de André Combes, “Panorama de las relaciones internacionales de las obediencias masónicas francesas (1877-1914)”, en La masonería española entre Europa y América. VI Symposium Internacional de Historia de la Masonería Española., coordinado por José Antonio Ferrer Benimeli, Vol. 1, 1995, págs. 233-244.
Eduardo Montagut, historiador. Publicado en la revista digital «El Obrero» el 14 de marzo de 2021.