La Acacia: simbolismo masónico (por Stephanus, R.·.L.·. Acacia Nº 4)

1.- INTRODUCCIÓN

Son varias las motivaciones que nos llevan a reflexionar sobre el sentido de la acacia en la vida masónica:

El nombre de nuestra logia incita ya, de por sí, a una reflexión sobre el significado del mismo.
Una denominación que para nosotros no es cualquier nomenclatura histórica o social, sino que representa además uno de los símbolos más profundos de la masonería, alrededor del cual brilla casi toda la ceremonia de la exaltación a maestro masón, considerando que es el primer escalón-culmen de su itinerario masónico. En ese momento la rama de la acacia rodea el rito de dicha celebración.

Tal es su importancia que cuando a un maestro masón se le pregunta sobre su identidad, responde “la acacia me es conocida”, o sea que ha pasado por la experiencia de la tumba de Hiram y, por lo tanto, ha pasado de la muerte a la vida, teniendo derecho a vivirla con plenitud.
Y en cada ceremonia fúnebre masónica se utiliza una rama de este árbol.
Símbolo querido entre los masones suele expresarse como una pequeña ramita de hojas de acacia en la solapa de la chaqueta.

2.- DESARROLLO 

FUNDAMENTOS MASÓNICOS EN LOS QUE SE APOYA EL SIMBOLISMO DE LA ACACIA

2.1.1. La misma ceremonia de exaltación al grado de maestro. En ella el momento central es el lugar donde está el maestro asesinado y, a la cabeza del ataúd, junto a la escuadra y el compás, figura la acacia como elemento que por un lado servirá para ubicar al maestro Hiram y por otro nos ayuda a profundizar en el dueto vida-muerte, que es la consecuencia de la inmortalidad.

Hay también un momento básico en la ceremonia y es cuando el M:.R:.M:.extiende al aspirante a maestro su mano en forma de garra, y caído en el ataúd le levanta del mismo. Un cuerpo humano que levantan de la tumba es el ser espiritual del nuevo maestro que se levanta a la vida, una vida nueva, como un ser incorruptible, con plenitud de conciencia. Es entonces cuando el nuevo maestro puede decir “conozco la acacia”, porque estoy llamado a repetir en mi vida el dueto muerte-vida.

Es más desde el comienzo de la ceremonia, como recuerda Lavagnini,” su primera acogida como compañero para ser exaltado a maestro es, pues, todo lo contrario de lo que éste hubiera esperado en un principio, como premio de sus esfuerzos. Se lo introduce brutalmente en esta Cámara, bajo la acusación de un crimen misterioso que acaba de ser cometido, del que no puede comprender ni la naturaleza ni la razón. Se lo somete a un interrogatorio severo, que sólo le revela las sospechas que pesan sobre él, sospechas que no disipan enteramente la blancura de sus manos y de su mandil. Se lo hace pasar, como prueba decisiva, sobre el mismo cadáver, para tener la seguridad de que sus pies no vacilen en el acto. Y, finalmente, deviene el mismo protagonista de la tragedia, sucumbiendo a su vez bajo los golpes de los asesinos simbólicos, tomando el mismo lugar del cadáver con el cual tiene que identificarse, como los antiguos iniciados en los Misterios de Osiris, recibiendo la participación del dolor de todos los presentes.”
Esta muerte o caída simbólica en poder de las fuerzas que personifican la causa del mal, es el paso para su “renacimiento” en la conciencia de lo Real que es la Vida para siempre, Inmortal y Permanente.

No se alcanza, pues, la condición de maestro sin pasar por la muerte -y la capacidad de superarla.“La Vida es, pues, algo que se manifiesta desde adentro hacia afuera, y que no de otra manera puede por consiguiente reconocerse en su íntima esencia y profunda Casualidad, sino pasando por medio de la inteligencia desde lo exterior a lo interior, y haciéndosenos, de esta manera, individualmente patente la Realidad Invisible que se esconde y expresa en la apariencia visible, en una obra de incesante construcción que origina todas las formas y substancias orgánicas, estudiadas por la Biología.

Cuando se sabe lo que es la Vida, se considera a la Muerte como una cesación” (Lavagnini)

Una actitud básica en la vida del masón que siempre ha de estar dispuesto a dar muerte en sí mismo al egoísmo, el inmovilismo, la cerrazón para abrirse a la nueva vida de la fraternidad, del progreso y la apertura a vivir en una sociedad y con unos congéneres que necesitan también pase por sus vidas el sembrado de la acacia. Ello lleva consigo que en la vida cotidiana hemos de salir de una vida somnolienta a una actitud despierta que nos incita a movernos para hacer un mundo más libre, fraternal e igualitario.

Esta llamada a la vida por parte del ser humano queda muy bien expresada por Erich Fromn en su libro “El arte de amar”, cuando dice que “lo esencial de la existencia del hombre es que ha emergido del reino animal, de la adaptación instintiva, de que ha trascendido la naturaleza, si bien jamás la abandona y forma parte de ella… el hombre solo puede ir hacia delante desarrollando su razón, encontrando una nueva armonía humana…”algo que nos trae siempre a la memoria la hoja de la acacia. Y así colaboraremos en alcanzar nuestra propia unidad interior dejando atrás la dualidad, y convirtiéndonos en acacia viviente, pues la masonería es, entre otras cosas, una escuela de conocimientos interiores que han de ir acompañados de actos y obras visibles.

Pues el ser humano es fundamentalmente conciencia de sí mismo, de su entorno, del ayer, del hoy y de su futuro mañana, y de ahí, de su conciencia, viene la búsqueda de la verdad y el hallazgo de la misma, y no de viejos dogmas o costumbres culturales o de míseros radicalismos que impiden ponerse en camino.

En los momentos que la Acacia se hace más presente en nuestros ritos (tumba de Hiram, tenida fúnebre, ..) está expresando la inmortalidad, la tenacidad de la vida que no muere, sino que vuelve a brotar.

2.1.2.-La tradición narra que era una planta sagrada entre los hebreos, de cuya madera, aunque sin confirmar objetivamente dado el lenguaje simbólico de la época, se hiciera el tabernáculo que guardaba el arca de la alianza, así como otros objetos sagrados.

De hecho en la Biblia el profeta Isaías ante los lamentos del pueblo en el desierto les da confianza en una nueva salida y alimenta su esperanza con promesas salidas de lo alto en las que, entre otras cosas, dice: ”Yo, Yavé,los escucharé. Haré brotar ríos en los cerros pelados y vertientes en medio de los valles. Convertiré el desierto en lagunas y la tierra seca en manantiales. Plantaré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivares. En la estepa plantaré cipreses, olmos y alerces. Para que todos vean y sepan, miren y comprendan que esto lo ha hecho la mano de Yavé” (Is 41, 18-20), árboles, plantas todas, y consiguientemente la acacia, que simbolizan vida en el desierto.

Y al parecer algunos primeros padres del cristianismo utilizan el árbol cómo referencia a Cristo.

2.1.3.-Desde la era antigua los árboles han estado relacionados con los dioses y las fuerzas místicas de la naturaleza,(lo hemos comentado ya como aparece en la misma Biblia) de tal manera que cada nación tenía su peculiar árbol sagrado. ( Así el Azvattha indio, símbolo religioso de los budistas en todo el mundo; el fresno, árbol de los escandinavos, el fúnebre ciprés, árbol mundano de México y hoy, entre cristianos y musulmanes, el árbol de la muerte, la paz y el reposo; el abeto tenido como sagrado en Egipto , así como el sicomoro, árbol de la vida, llamándosele así a determinados árboles: como el árbol de la vida, y en tradiciones cristianas muchos árboles han dado nombre a símbolos marianos, tales como el pino en Canarias)

Simbólicamente se les denomina como Árbol de la Vida o Árbol del Conocimiento

2.2. SIGNIFICADOS VARIOS DE LA ACACIA

En la masonería la Acacia se utiliza para representar principios de espiritualidad que entran como objetivos a lograr en la vida de un masón.

2.2.1.-Unido a otras tradiciones tiene de común el sentido de esperanza y de inmortalidad,(debido a su verdor que se renueva y persiste en medio de la arena del desierto) y mas en concreto la inmortalidad del espíritu, pues la vivencia del conocimiento masónico, que ella simboliza, traspasa las épocas y etapas históricas, y así como nosotros, en su momento, lo hemos recibido de quienes nos precedieron, somos los encargados de transmitir dicho espíritu y sentido de la vida a las generaciones siguientes. Al tiempo que gozamos de los beneficios que nos reporta transportamos sus contenidos, no guardándolos para nosotros, sino inmortalizándolos en las generaciones siguientes.

Mientras respiramos podemos hacer algo que mejore la vida de nuestro pueblo y de nuestra gente, pero cuando nuestro tiempo se acabe y pasemos al Gran Oriente, el trabajo seguirá haciéndose por los que se quedan y la Vida continuará.

De esta forma es como si la vida se regenerara. El árbol de hoja perenne representa, pues, la parte inmortal del hombre que sobrevive a la destrucción del cuerpo físico y que nunca, nunca, morirá. Recordemos la celebración de exaltación del grado de maestro, la rama de acacia simboliza la vuelta a la vida de Hiram.

“La inmortalidad efectiva – es decir, en el mundo físico- así alcanzada, se halla simbolizada en la misma acacia y en su perfume (el olor de santidad), la que por esta razón sólo los Maestros pueden realmente conocer .

Pero esta palabra – como la mayoría de las que se usan con finalidad iniciática – tiene un doble sentido etimológico. Además de hacer referencia al árbol vivaz que produce la goma arábiga, la palabra griega akakía tiene el significado de inocencia relacionándose comprensivamente con el sánscrito ahimsa, la primera y fundamental entre las calificaciones de yama (4), la base ética del Yoga, o sea el camino que conduce al Magisterio.

Así, pues, en el nombre «acacia» están igualmente indicadas la finalidad y la consecuencia del Magisterio, que es la inmortalidad, y el medio con el cual se consigue, que es volviendo con sabiduría al primitivo estado de inocencia, simbolizado. en el paraíso terrenal, en el cual el hombre cesa de ser un esclavo del mal, reconquistando en la Verdad, conseguida por medio de la práctica de la Virtud, su Divina Libertad. El dominio alcanzado sobre la parte instintiva es precisamente lo que se halla simbolizado en el signo de maestro” (Lavagnini)

2.2.2-Es también señal de que actuamos con consciencia, con la memoria viva de quienes somos (hacer memoria en el lenguaje simbólico de los antiguos es actualizar en la realidad algo vivido anteriormente, así celebramos la memoria de nuestra iniciación, de la acacia, del comienzo de los trabajos al mediodía haciendo realidad en nuestras vidas el significado de los mismos). Y todo ello es así entre otras cosas porque los símbolos para nosotros son alegorías de la verdad, y si no es así no nos sirven para nada.( Alegoría significa: Ficción en virtud de la cual algo representa o significa otra cosa diferente).

“Ser maestro es, pues, algo más que conocer las palabras y hacer los signos de este grado: la realización de la cualidad de tal es, para el hombre, la Suprema Conquista a la cual puede aspirar, aquella Conquista que se halla simbolizada por el místico ramito con el cual los maestros masones se jactan haber trabado directo conocimiento. Su trascendencia se halla demostrada también por el hecho de que las palabras y signos que se comunican en este grado se consideran como meros substitutos de las palabras y signos reales, los que, evidentemente, deben ser buscados y encontrados individualmente, por medio de un esfuerzo personal.” (Lavagnini)

2.2.3.- Símbolo también de la incorruptibilidad del alma , dado que en nuestro vivir cotidiano hemos de ser consecuentes con los principios que nos sustentan. En la masonería es, lo hemos repetido hasta la sociedad, una fuente de conocimientos esotéricos, por tanto una escuela de conocimientos interiores, una iniciación que no descansa en palabras sino en experiencias del espíritu, una maestría donde las palabras sin actos vivenciales, solo son eso: palabras que, como tales, se lleva el viento.

2.2.4.- Asimismo se considera como expresión de la inocencia y la pureza. Con todo lo que lleva consigo de sinceridad, esperanza y buena fe. Es la paz y serenidad que se alcanza cuando los trabajos han culminado no solo en el templo sino en la vida de cada día, cualidad que viene también simbolizada en los guantes blancos que los masones portan en sus ceremonias iniciáticas. Y en el caso de la acacia la incorruptividad de su madera es símbolo de todo ello, de la inocencia, mirada limpia y corazón transparente, sin dobleces, de un verdadero masón. Así como también las manos blancas y limpias también representan la inocencia de no haber participado en la muerte de Hiram.

De entre los diferentes códigos masónicos entresacamos una orientación concreta, relativa a este punto, que dice: “Justo y valeroso defenderás al oprimido, protegerás la inocencia sin reparar en nada de los servicios que prestares”

De grado en grado los masones vamos creciendo interiormente, es decir nos vamos alejando de la muerte y sumergiéndonos en la vida.

Y lo hacemos al modo de los árboles: cuanto más crecen hacia arriba, más profundas se hacen sus raíces. No hay árbol grande con raíces pequeñas. No hay masón exaltado de grado sin crecimiento interior.

Ahí es donde están nuestras raíces: en nuestro interior. Lo expresamos con símbolos y ritos, pero si falta lo primero, lo segundo se convierte en teatro.

2.2.5.- Cuando hablamos de inocencia, uno de los significados de la acacia, no estamos hablando de desconocer las cosas, de ignorancia. Al modo de los niños que libres de prejuicios afrontan la vida, el maestro masón, liberado de la tumba de Hiram y vuelto a la vida, afronta la realidad sin fanatismos, sin exclusivismos, limpiando su interior de todo convencionalismo o rutina que le impida recuperar el corazón limpio.

La etimología de la palabra “inocencia” puede ayudarnos a profundizar en este significado. Hay dos palabras griegas de donde procede: “akakos” –sin mal- y “ádolos” –sin engaño-.

Akakos es el que no tiene malicia, no engaña, el que no hace daño a nadie de palabra, pensamiento u obra y no se refiere para nada al ingenuo, al que no tiene experiencia de nada.

Adolos expresa la ausencia de la intención de engañar o dañar.

Así pues podemos hablar de inocencia como la incapacidad de cometer mal, haciendo referencia al que no puede o no sabe hacer daño y también refiriéndonos a la persona que se caracteriza por su integridad moral , es decir del que, siendo fiel a sus principios interiores, ha superado la inclinación a hacer el mal y vive la inocencia desde la simplicidad de espíritu que brota de una conciencia recta y no torcida.

2.2.6.- Y también la acacia es símbolo de la iniciación,o continuidad con los misterios iniciáticos de toda la historia tal como hemos descrito desde la antigüedad. Tiene, como sabemos en nuestra praxis, todo un sentido esotérico en el cual se inicia siendo preparado con rigor, proporcionándole las herramientas para interpretar el mundo de los símbolos, profundizando en ellos con el estudio y la reflexión, para posteriormente poner su sabiduría al servicio de la comunidad.

La iniciación para nosotros es nacer a otra realidad, para lo cual hay que morir. Ese dúo muerte-vida de la ceremonia de iniciación volverá a repetirse en la exaltación al grado de la maestría. Es, decimos desde el principio, como un segundo nacimiento realizado en una ceremonia al final de la cual se recibe la Luz. Y que una vez recibida no se posee en plenitud, sino que se introduce en un proceso donde la condición de iniciado le acompañará hasta su muerte física, en una aproximación permanente al Misterio que se irá manifestando gracias al esfuerzo y el trabajo consistente. De ahí que siempre hablemos de la masonería como una institución iniciática donde a través de pruebas, ritos y símbolos pasamos a darle vida a los mismos.

3.- PROPUESTAS PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL Y/O DEBATE COLECTIVO

3.1. Somos sembradores de vida, no solo en nuestro alrededor y ambientes en los que nos movemos, sino también responsables de la continuidad honesta, con libertad y de acuerdo a nuestras buenas costumbres de que la institución siga labrando piedras brutas cuando el tiempo nos deje y seamos llamados al Gran Oriente.

3.2.En una sociedad corrupta, hemos de preguntarnos cuál debe ser nuestra aportación para que la limpieza e inocencia de las conductas prevalezca

3.3. Una pregunta importante a hacernos en nuestro interior es cuáles son los principios espirituales que rigen nuestra conciencia e interioridad.

3.4. La vida masónica es un proceso permanente de acuerdo a nuestra tradición iniciática, donde el dueto muerte-vida va reproduciéndose en diferentes facetas. De ahí que, bajo el signo de la acacia, es bueno replantearnos qué zonas vitales necesitamos dar muerte para cambiar al estado de consciencia pura.

3.5. Observando la realidad de nuestra sociedad, del ambiente donde nos movemos, de grupos o asociaciones a las que pertenecemos, podemos descubrir zonas muertas que necesitan ser sembradas de vida. Cuáles son y qué podríamos hacer nosotros?

3.6. Descubramos viejas rutinas, culturalismos, aun presente en nosotros y en la sociedad.

3.7. Recordar etapas, situaciones de nuestra vida donde hemos muerto para renacer puede darnos motivaciones nuevas, esperanza en la lucha por interiorizar la vida que llevamos dentro y que hemos de sembrar. Es decir recordar y vivenciar los duetos muerte-vida que se han ido produciendo en nuestro progreso interior. Es lo que planteábamos en los fundamentos de este trazado: “Ello lleva consigo que en la vida cotidiana hemos de salir de una vida somnolienta a una actitud despierta que nos incita a movernos para hacer un mundo más libre, fraternal e igualitario.”

3.8. Llamados al crecimiento y al progreso nuestra institución en Canarias también debe plantearse de vez en cuando esa pregunta a si misma: ¿En qué debemos crecer en estos momentos en que vivimos?

Motivaciones, fundamentos y significados de un símbolo masónico nombrado y ejercitado por nosotros en infinidad de ocasiones que, de alguna manera, nos revelan que la acacia, para nuestra institución, es algo más que un símbolo, es la realidad de una rama viva y perenne que se traduce en nuestras vidas personales y en los trabajos de nuestra institución. Nosotros, maestros masones, estamos llamados a ello. Sepamos hacerla perenne desde nuestra condición de personas libres, honradas y de buenas costumbres no solamente en nuestras vidas personales sino colaborando activamente, con ideas, propuestas y colaboración, en el crecimiento de nuestra institución en Canarias.

En los Valles de Las Palmas de Gran Canaria, en el mes de Junio del 6013, V:.L:.

Stephanus, un maestro masón