Urna_electoral_de_1916

Las elecciones en la Logia

Si algo ha caracterizado históricamente a las logias masónicas es la costumbre de que sus miembros puedan elegir a sus propios cargos directivos. De esa manera, las logias se convertían en espacios con procedimientos democráticos en las cámaras de los diferentes grados, en entornos en los que ese tipo de prácticas eran socialmente inexistentes. Al finalizar el año masónico, en todas las logias se ponen en marcha los procesos de selección de candidatos y, con ello, los masones meditan sobre la responsabilidad que conlleva y las virtudes que deben adornar a quienes dirigirán sus trabajos durante los doce meses restantes. En este trabajo, remitido por el H:. Deyfilio Neyra (del O:. de Perú), se nos invita a reflexionar al respecto.

Las elecciones en nuestras Logias constituyen un acontecimiento de enorme trascendencia, a la vez que dan una vida inusitada a los Talleres.

Elegir y ser elegidos implica asumir responsabilidades superiores a las que se adquieren a veces en actos similares en la vida profana, porque una Logia es como un delicado cristal: todo su organismo puede resentirse seriamente y por mucho tiempo con una defectuosa elección de DD:. y OO:. y con una designación de hombres que no están capacitados para dirigir Talleres. La ambición de un cargo, aunque sea por deslumbramiento que produce su desempeño, puede perder al Masón como a la Logia. ¡Cuantas veces hemos visto derrumbarse Logias, única y exclusivamente por haber elegido a HH:. inexpertos o faltos de la comprensión de sus deberes, de toda Dignidad y Oficial! La discordia se ha esparcido entre sus miembros como mancha de aceite sobre un papel, y ha sido necesaria la intervención de la Gran Logia para poner término a situaciones creadas solamente porque en el momento de elegir a los funcionarios del Taller no se meditó con profundidad si sus futuros mentores eran o no masones cansados o faltos de iniciativa, o demasiados ambiciosos dentro de la Orden, o incapaces de organizar la labor masónica de conformidad a nuestros principios, o carentes de espíritu de sacrificio, y se eligió dejándose guiar por los entusiasmos del momento y las simpatías personales.

En la Masonería, aunque todos somos iguales masones y todos tenemos los mismos derechos y todos podemos aspirar a desempeñar tanto el cargo más alto como el más pequeño, pero todos de la misma trascendental importancia, se aplica la sabia ley de la naturaleza: La ley de la selección. Todos tenemos las mismas responsabilidades, aunque no hayamos sido elegidos para desempeñar un puesto en nuestra Madre Logia; sobre nuestros hombros pesa una responsabilidad mayor: la de dar nuestro voto, no al que por su deslumbrante personalidad en el mundo profano puede ofrecer un poco de brillo a nuestra Masonería (cuántos desengaños hemos sufrido al respecto) si no al que, cual hormiguita tesonera, trabaja incansablemente en bien general de la Orden, haciendo cada vez más grande nuestra responsabilidad y nuestra seriedad.

No somos una institución cualquiera; somos una organización sui generis, única , especial, que aspira a una serie de perfecciones, y entre ellas la de nuestro espíritu. Y para alcanzar la perfección del espíritu es indispensable que eduquemos nuestro cerebro a fin de que este nos lleve a mover el índice de nuestra mano derecha para señalar con toda sinceridad, libre de todo perjuicio, al Hermano en cuyas manos podamos poner los ojos cerrados el destino de nuestra Logia y, por consiguiente, nuestra Orden.

Deyfilio Neyra, M.·.M.·. de la R.·.L.·.S.·.Arca de Noe N°8

Oriente de Lima, Perú

Nota de la Gran Logia de Canarias:

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