Según el Diccionario Akal de Francmasonería, el secreto implica el conocimiento de aquello que no se puede comunicar, y constituye la confianza de preservar lo sagrado.
Dicho Diccionario indica que hay múltiples clasificaciones del secreto, según el aspecto que contempla. Pierre Rifard (filósofo francés especializado en esoterismo) distingue los siguientes tipos de secreto:
- Operativo (Arcano).
- Especulativo (Gnosis).
- Ritual (Misterio).
- Mítico (Arquetipo).
- Material o espiritual (Cifra o secreto de oficio).
Adolfo Alonso Carvajal, en su obra “Filosofía (desmitificada) de la masonería” indica que el sistema de pensamiento masónico se va construyendo evolutiva y progresivamente en torno a cinco principios: la igualdad, la libertad, la trascendencia, la tolerancia y el secreto iniciático, desarrollados con una metodología graduada o gradual en la que el progreso en el contenido de conocimientos tiene su reflejo en los aumentos a nuevos grados, numerados, acompañados de ceremonias de iniciación o elevación rituales, dramatizadas, en las que el secreto iniciático, según él, no significa más que no hacerse trampas a uno mismo con las cartas del solitario.
El secreto desde su acepción iniciática si bien al profano le produce un efecto perturbador, para el iniciado constituye la unión sagrada con lo interno.
Relacionado con esta idea de la unión sagrada con lo interno, el jordano/iraní afincado en Barcelona Abunnur Abdel Basit en su ensayo “Cómo no ser masón, una guía iniciática para pasajeros en tránsito”, indica que lo verdaderamente sagrado puede que no esté en un dios relativizado, equivocado y artificial, puro velo, alguno de esos dioses antropomorfos que el hombre fabrica a medida de sus necesidades inferiores, sino en nosotros mismos, en nuestro Templo interior despojado de todo ego. Lo que los masones llamamos la piedra cúbica desbastada de toda impureza e imperfección y que los sufíes, por ejemplo, llaman la Faná, los cristianos el estado de Gracia, y los hinduistas, budistas y jainistas, El Nirvana.
Y el autor nos reproduce en su ensayo un fabuloso cuento del personaje mítico de la tradición popular sufí y antihéroe del Islam, Nasrudín, que en mi opinión constituye una magnifica explicación de cuál es el destino final de todas las vías iniciáticas que ha emprendido y emprenderá el ser humano en su afán por trascender a su propia existencia, incluyendo por supuesto a la masonería.
Un día, el sufí Nasrudín entró en palacio con paso decidido. Llegó hasta el salón del trono y se sentó en él. El capitán de la guardia jenízara le dijo:
—¡Señor! Os habéis sentado en este alto trono con gran autoridad. Sin duda debéis de ser el califa de alguna rica provincia…
—¿Un califa? No, no, yo soy más grande que eso —respondió Nasrudín.
—¿Más que un califa? ¡Entonces disculpad, mi señor: vos sois el sultán!
—¡Qué sultán! —reía Nasrudín—. ¡Yo soy más grande todavía!
—¡Pero, señor, solo Dios es más grande que el sultán! —¡Ni hablar! Yo soy más grande aún…
—¿Más grande que Dios? ¡Nada es más grande que Dios!,
protestó el jenízaro.
—¡Exacto! —concluyó Nasrudín—. ¡Y esa nada soy yo!
La disolución de nuestro ego para extinguirnos pacíficamente en un Universo donde, parafraseando al matemático francés Blaise Pascal, el centro está en todo lugar y la circunferencia en ninguna parte, con la serenidad suficiente para reconocer la inexistencia de un eje del mundo del cual asirnos. Pero esa es otra cuestión…
Y ese puede ser el secreto que va transmitiendo las sucesivas iniciaciones del REAA y lo que hace de la Masonería una institución secreta. “Un secreto que lo es porque es inexpresable. Si pudiera contarse no sería secreto. De ahí la bula de excomunión contra los masones, por negarse a contar sus secretos incluso al propio Papa. Qué más quisieran los masones que poder contarle realmente el secreto a alguien, incluyendo al propio Papa. Pero los misterios no lo son sólo por la dificultad de expresarlos para quien los ha degustado en su fuero interno sino principalmente por difíciles de comprender para el que no”.
Felix qui potuit rerum cognoscere causa, v. 490, L. 2 de las Georgias, Virgilio.
Aristóteles (n.·.s.·.).
Fuentes:
- “Cómo no ser masón, una guía iniciática para pasajeros en tránsito”, de Abunnur Abdel Basit. (Masónica.es).
- “Filosofía (demitificada) de la masonería” de Adolfo Alonso Carvajal (Masónica.es).
- Diccionario Akal de Francmasonería (Akal).
- Wikipedia.