¿Es posible hablar de lo sagrado en nuestra época como un concepto actual?
Para el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, hierofanía, es la manifestación de lo sagrado en una realidad profana. El término viene del griego ἱερός hierós ‘de origen divino, sagrado’ y -φάνεια -pháneia ‘manifestación’. El vocablo fue acuñado por Mircea Eliade, (Bucarest, 1907 – Chicago, 1986), filósofo e historiador de las religiones. Hierofanía expresa lo que está implícito en su contenido etimológico: nos muestra la manifestación de lo sagrado, ese algo opuesto al mundo profano. El concepto de hierofanía viene a conceptualizar la vivencia de algo que sigue perteneciendo a nuestro mundo habitual: a lo perceptible y reconocible; y que sin embargo por algo misterioso adquiere esa condición de sagrada, esa transformación que Mircea Eliade denomina hierofanía. (Eliade,1974). Prácticamente cualquier cosa puede convertirse en una hierofanía y que probablemente no existe ningún objeto, ser o planta, etc., al que no haya revestido en algún momento de la historia y en algún lugar del espacio el prestigio de la sacralidad. (Eliade, 1974:36)
Este espacio sagrado es cualitativamente distinto, significativo, fuerte, consistente, y bien diferenciado de ese otro espacio no consagrado que llamamos mundo profano. (Eliade, 2018). Esto lo podemos sentir sin gran esfuerzo al entrar en algún templo, recinto o lugar que se considera sagrado. Independiente de nuestra espiritualidad, creencias o vivencias personales; estos espacios tienen un halo que está ahí: que percibimos por la piel, que sentimos.
Ahora bien, la propia existencia de lo sagrado se hace difícil de defender en el mundo que vivimos. ¿Es posible hablar de lo sagrado en nuestra época como un concepto actual? ¿Tiene sentido solo en el contexto del estudio de la historia de las religiones? La secularización del mundo occidental es una realidad, ahora el más allá no es una explicación aceptable para ayudarnos a esclarecer nuestro entendimiento del mundo y de la existencia. Esta es una de las características de nuestra época. (Taylor y otros, 2014)). La mundanidad: lo inmanente, lo cercano; en principio, excluye lo opuesto: el más allá, lo trascendente. ¿Qué sentido tiene entonces la hierofanía? ¿Qué lugar ocupa en este momento lo sagrado?, (si es que todavía tiene alguno).
Aunque sorprendentemente la mundanidad no parece tan distante de lo sagrado en estas estrofas del poeta, pintor, grabador y masón Willian Blake (1757— 1827):
Para ver un mundo en un grano de arena
y un paraíso en una flor silvestre,
sostén el infinito en la palma de la mano
y la eternidad en una hora.
(Fragmento de Augurios de Inocencia de William Blake)
En este fragmento del poema sentimos una manera intuitiva de aprehender el saber, una forma fresca y espontánea. Es el conocimiento adquirido al experimentar una vivencia, al sentir el mundo, aprehensión a través del sentimiento (Brugger/Schöndorf, 2014). El grano de arena y la flor silvestre han transportado a Willian Blake, y a nosotros, al infinito y a la eternidad. ¿Tiene esto algo que ver con lo sagrado?
Todo esto me hace recordar dos vivencias personales, verdaderas e indubitables para mí; aunque reconozco la base de cierta ficción que las rodea. Las dos me remiten a ese sentimiento de aprehensión de la realidad a través del sentimiento y la intuición que, para mi, tiene algo misterioso.
No tengo ninguna duda que el origen del Camino de Santiago se encuentran en las necesidades del Reino de Asturias, (tambien de una parte de la cristiandad) de contar con una referencia religiosa y política en momentos muy necesitados de ella; tanto por la amenaza del islam, como por la excesiva confraternización con los musulmanes de los mozarabes y el Arzobispado de Toledo.
No hay ningún vestigio documental de que la tumba del Apóstol Santiago está en Compostela. El Camino de Santiago forma parte de ese maridaje entre política y religión tan habitual en todos los tiempos. No existen noticias históricas que hagan referencia al enterramiento del apóstol Santiago en Galicia. (Barreiro, 2002).
Desde la decapitación de Santiago ocurrida en Jerusalén en torno al año 43 -cuya noticia se contiene en el libro de los Hechos de los Apóstoles-, hasta los comienzos del siglo VII, se produce un vacío de noticias sobre la translación y enterramiento del Hijo del Zebedeo que -de acuerdo con la afirmación de Sáchez Albornóz- no sólo nos priva de cualquier conocimiento directo de los hechos que más tarde constituirán la “tradición jacobea”. sino que hace que ésta adolezca incluso de cualquier rastro indirecto, de carácter escrito, apócrifo o arqueológico, que nos permita en la actualidad confirmar de forma fehaciente los pasos seguidos por los discípulos del Apóstol para llevarlo a Compostela (Barreiro, 2002: 5).
Convencido de que la ruta jacobea es una invención, hace algunos años emprendí a pie una parte del Camino de Santiago; paradójicamente, tuve la constancia de que existe un halo del camino; una experiencia especialísima, numinosa, que acompaña al peregrino. El Camino es una vivencia espiritual y personal misteriosa, hierofánica que recomendaría totalmente.
La segunda experiencia la tuve en mi trabajo, durante cinco años, de profesor de español como lengua extranjera; tenía una relación muy directa con los alumnos musulmanes, la mayoría profundamente religiosos. Alguno había ido en peregrinación a la Meca. He vivido sus ayuno en Ramadán, su sentimiento de pertenencia a una comunidad espiritual: he percibido el halo de la Meca y el halo del Ramadán…independiente de los motivos políticos o de oportunidad que hayan estado en el origen de estas tradiciones religiosas, como de otras muchas.
El teólogo brasieño Leonardo Boff apunta la idea de que aunque solo captamos un fragmento de la realidad, necesitamos y buscamos una visión total del mundo, un orden subyacente que nos aleje del desorden inaceptable. (Boff, 2009). Quizás, lo que intuimos y captamos por los sentidos, aunque solo sea un fragmento de la realidad y tenga una parte de invención, nos acerca a ese orden misterioso más total que ansiamos encontrar. Lo que el místico capta por una experiencia espiritual es lo mismo que el científico encuentra en su laboratorio. (Boff, 2009). En resumen necesitamos y ansiamos ordenar el caos: Ordo ab Chaos, y esta búsqueda de la unidad en la totalidad es la esencia de lo hierofánico.
Sobre el autor:
Víctor Berástegui Afonso, es un jurista especializado en derecho administrativo. Nació en Las Palmas de Gran Canaria en el año 1955, su vida profesional la ha desarrollado en Madrid; letrado; profesor de español como lengua extranjera; estudioso y experto en historia y filosofía de las religiones; actualmente es delegado de protección de datos en la administración pública. Es coautor del libro publicado en Editatum: Masonería, Todo lo que siempre has querido saber sobre esta institución, y coautor del libro publicado también por Editatum: Big Data, Inteligencia Artificial y Futuro.
Bibliografía:
● Barreiro Rivas, José Luís (2002) La función política de los caminos de peregrinación en la Europa Medieval:(estudio del Camino de Santiago).[Tesis] https://eprints.ucm.es/id/eprint/4107/( consultado el 21 de marzo de 2021).
● Boff, L. (2009). Evangelio del Cristo cósmico hacia una nueva conciencia planetaria. Trotta.
● Brugger, W., Schöndorf, H., & Pallás, R. G. (2014). Diccionario de filosofía. Herder.
● Eliade, M. (2018). Lo sagrado y lo profano. Austral.
● Eliade, M. (1974). Tratado de historia de las religiones I. Cristiandad.
● Taylor, C., Ubaldini, G., Pérez, R. G., & Duch, L. (2014). La era secular. Gedisa.